Felicidades princesa mía, ya llevamos un año juntas, el tiempo ha volado. No me puedo creer que ya tengas ¡¡¡un año!!! El mejor año de mi vida y lo mejor es que sé que nos queda una maravillosa vida por delante todos juntos.
Eres como fue tu llegada al mundo, impetuosa, no podías nacer de otra forma, la mayoría de los niños nacen de forma normal y tú ya venías dando guerra y haciéndote notar con todos corriendo alrededor y poniendo firme al turno que acababa de entrar el lunes a las 8 de la mañana, hija mía, creo que tú has nacido para mandar, como tu madre, lo intuyo llena de orgullo y satisfacción y me encannnnta.
Aún recuerdo ese momento con tanta precisión que parece que lo viví ayer, bueno tampoco hace tanto, recuerdo cómo le pedía al anestesista (yo dirigiendo, como siempre, hasta en situaciones límites), que estaba sentado en un banco alto junto a mi cabeza y me la sostenía, que me pusiese más anestesia pues notaba cómo me trasteaban la barriga y cuando abriesen para sacarte me iba a doler, él, con toda la naturalidad del mundo, me dijo "no te preocupes, la niña ya está fuera".
Recuerdo marearme y vomitar de la impresión tras sus palabras, todo un espectáculo, en ese momento se acumuló todo en mi cabeza y mi cuerpo reaccionó al cansancio, al miedo (estaba acojonada), a los nervios, a la felicidad de que era cuestión de segundos los que me faltaban para verte y a la impresión de todo lo que estaba viviendo para traerte al mundo, y como en sueños te vi salir por una puerta en los brazos del pediatra, a los pocos minutos nos presentaron, ohhhhh, taaaaaan guapa tú liada en una toalla, quería decirte tanto que sólo pude decirte "qué guapa eres, te quiero", a lo que ese señor con barbas largas y blancas al más puro estilo rey Melchor que te sostenía me decía "sí que lo es" mientras me acercaba tu pie a mi boca para que te diese un beso y yo lloraba y lloraba y lloraba de felicidad, la presentación fue breve pero suficiente para ver que eras y venías PERFECTA. Y te volviste a ir de mi lado, pero cinco horas después ya estábamos juntas para siempre. Después vinieron un par de días complicados porque fue una cesárea muy complicada, pero contigo junto a mí todo era más llevadero y el mundo era y es precioso. Y cuando llegó el hermano, ay cuando cuando llegó el hermano esa tarde, yo no quise que esperase para conocerte a que me encontrase mejor, no podía privarlo de eso, es más, yo quería veros a los dos juntos cuanto antes, llevaba meses fantaseando con esa imagen.
Mi consuelo en las horas de recuperación era pensar en ese breve encuentro que tuvimos y en tu PERFECCIÓN. Durante esas horas te recordaba como algo extremadamente bello y hermoso, era más bien una sensación que una imagen tuya clara, que entre los nervios, la emoción, la brevedad del encuentro y las drogas en mi cuerpo no me pude hacer. Más o menos iba calculando el tiempo que me faltaba para verte por una máquina que pitaba cada cierto tiempo, más o menos cada diez minutos pitaba, en una hora pitaría 6 veces, en cuatro horas lo haría 24 veces, 24 pitidos nos separan, ánimo Inma que eso no es nada. Qué son 24 pitidos con todo lo que has pasado??? Recuerdo que intenté dormir algo pero mis nervios y la felicidad no me dejaban, si me hubiesen dejado hubiese salido corriendo a buscarte.
Recuerdo marearme y vomitar de la impresión tras sus palabras, todo un espectáculo, en ese momento se acumuló todo en mi cabeza y mi cuerpo reaccionó al cansancio, al miedo (estaba acojonada), a los nervios, a la felicidad de que era cuestión de segundos los que me faltaban para verte y a la impresión de todo lo que estaba viviendo para traerte al mundo, y como en sueños te vi salir por una puerta en los brazos del pediatra, a los pocos minutos nos presentaron, ohhhhh, taaaaaan guapa tú liada en una toalla, quería decirte tanto que sólo pude decirte "qué guapa eres, te quiero", a lo que ese señor con barbas largas y blancas al más puro estilo rey Melchor que te sostenía me decía "sí que lo es" mientras me acercaba tu pie a mi boca para que te diese un beso y yo lloraba y lloraba y lloraba de felicidad, la presentación fue breve pero suficiente para ver que eras y venías PERFECTA. Y te volviste a ir de mi lado, pero cinco horas después ya estábamos juntas para siempre. Después vinieron un par de días complicados porque fue una cesárea muy complicada, pero contigo junto a mí todo era más llevadero y el mundo era y es precioso. Y cuando llegó el hermano, ay cuando cuando llegó el hermano esa tarde, yo no quise que esperase para conocerte a que me encontrase mejor, no podía privarlo de eso, es más, yo quería veros a los dos juntos cuanto antes, llevaba meses fantaseando con esa imagen.
Mi consuelo en las horas de recuperación era pensar en ese breve encuentro que tuvimos y en tu PERFECCIÓN. Durante esas horas te recordaba como algo extremadamente bello y hermoso, era más bien una sensación que una imagen tuya clara, que entre los nervios, la emoción, la brevedad del encuentro y las drogas en mi cuerpo no me pude hacer. Más o menos iba calculando el tiempo que me faltaba para verte por una máquina que pitaba cada cierto tiempo, más o menos cada diez minutos pitaba, en una hora pitaría 6 veces, en cuatro horas lo haría 24 veces, 24 pitidos nos separan, ánimo Inma que eso no es nada. Qué son 24 pitidos con todo lo que has pasado??? Recuerdo que intenté dormir algo pero mis nervios y la felicidad no me dejaban, si me hubiesen dejado hubiese salido corriendo a buscarte.
Entremedio conociste a las abuelas, a la tita Ana y a papá que cayó rendido a tus pies cuando vio tu reacción al de dejar de llorar nada más oír su voz, por fin algo te era familiar en esa llegada al mundo tan alocada, impetuosa y alborotada que tuviste y lo supiste reconocer al segundo y le regalaste la mirada más hermosa que se pueda regalar a un padre. Posteriormente una joven pediatra que nos veía a diario en planta me comentó que todos andaban enamorados de ti en nidos, y sinceramente, no me extraña.
Contigo he aprendido que el amor de una madre se multiplica, he aprendido que es posible volver a querer locamente y sin límites a otra persona, he aprendido tanto en este año de ti, de vosotros. Eres esa hermana que tanto quería Salva, pero sobre todo eres algo muy mío y para mí, egoístamente necesitaba como el respirar volver a oler a bebé, te necesitaba por alguna razón inexplicable e irracional.
Qué diferente a tu hermano en todo, para lo bueno y para lo malo y qué graciosa, bonita, inteligente y espabilada eres. Eres perfecta para mí, eres mi regalo de reyes, eres simplemente mi Alejandra y sinceramente creo que ese señor que te trajo a mí y que se parecía al rey Melchor era realmente él porque para eso fuiste concebida en la noche de Reyes y sabes que yo creo que el mundo lo mueven unas fuerzas y unas energías mágicas que entran en juego en el momento preciso que deben entrar bajo cualquier aspecto o situación, aunque papá diga que estoy loca y que no se parecía, pero yo lo sé, era él.
Felicidades, papá, mamá y hermano guapo te adoramos a unos niveles estratosféricos.
Hoy todos los besos de la galaxia son para ti, contemplarte sin más me provoca una felicidad infiniiiiiiiiiiiiita y extreeeeema. Te amo loca mía.
Con esta foto os la presenté en Facebook hace justo un año, jajaja os tenía pendiente, gracias por todo el cariño:
Dos días después, cuando yo iba siendo yo y medio me podía mover, os la volví a enseñar:
Y me encontré con una linda princesa, ni los cuentos son mejores:
Y nos volvimos locos con ella, porque no es para menos:
Esta foto me encanta, no me canso de contemplarla, incluso se me saltan las lágrimas de felicidad, esa felicidad tan grande que sólo te dan las cosas verdaderamente buenas e inesperadas, ella es mi regalo:
Pero sin duda lo mejor de todo es verlo a los dos juntos, con ese amor que se profesan, cómo mi hombrecito cuida de ella y ella lo adora:
Inma, una mamá enamorada.
